miércoles, 26 de enero de 2011

En el amor no hay reglas.


    Hola… supongo que no comprenderás el motivo de esto, pero bueno, como empezar. Sólo quería decirte, más bien explicarte, que duele mucho el hecho de que estés tan lejos de mí, pero lo acepto.
    Tengo guardadas en una caja casi todas las cosas que me regalaste mientras estabas a mi lado, incluso aquella caña de pescar que hiciste mientras estábamos tumbados en la orilla del río. ¿Recuerdas la cita en el pajariel? ¡Qué frío pasamos! Pero menudas vistas más hermosas. ¿Y las vacaciones? ¿Te acuerdas de las gaviotas? Que miedo al pasear por el puerto.
    He oído que ahora te dedicas a dibujar, supongo que se te seguirá dando igual de bien que antes. Tengo tus dibujos guardados también. Junto con las fotos, las servilletas de los restaurantes dónde cenábamos juntos, los regalos italianos, y la cajita de música, yesterday. Ayer la saqué y me puse a escucharla. Giré la pequeña manivela de metal y de repente comenzó a sonar un fino hilo de música, sol-fa-fa, la había dejado justo al principio. Me sentí bien. Por primera vez desde que no estás a mi lado sentí un gran alivio. Fue como una brisa fresca que cruzó mi mente, borrando por un instante todo el dolor acumulado. Bueno, no sé que esperaba, siempre que estoy triste y la escucho mi humor da un giro de 180º. Y esta vez no iba a ser menos. Seguí oyéndola, poniendo toda mi atención para sólo percibir esas notas. Vinieron a mi mente muchos recuerdos, y continué estando alegre, ¡no me lo creía! Había conseguido recordarte sin echarme a llorar.
    Casi sin quererlo me puse a contar las horas que me quedaban para verte, por fin lunes. Imaginé que me acercaba a ti y me dabas un abrazo, uno de esos que me abarcaban enterita, de pies a cabeza, haciendo que me sintiera la cosa más diminuta del mundo, casi pudiendo desaparecer; y a la vez, la persona más feliz del planeta Tierra, sabiendo que en ese momento sólo importábamos tú y yo. Y se acabó la música.
Mi imaginación puso los pies en la Tierra, mientras miraba hacia el mechero. Tu mechero. Lo encendí, y mientras miraba profundamente la llama, pensé, otra vez, en lo que debía hacer y en lo que debía decir para que todo volviera a ser como antes, para que te enamoraras de mí.
    Solo quería que supieras que cuando estés triste, yo lloraré contigo, y que cuando seas feliz, yo reiré contigo. Vivo para quererte y duermo para soñarte. Y que aunque pasen mil años, yo siempre te voy a esperar, siempre. Porque no hay nadie en este mundo que te pueda querer ni más ni tanto como yo, nadie. Y porque era una promesa, y aunque de momento sólo pueda realizarla al 50%, se que algún día podré volver a estar a tu lado.


"Las personas más dichosas de este planeta no lo son por tener lo mejor de todo, sino por hacer todo lo mejor posible que pueden."

No hay comentarios:

Publicar un comentario