sábado, 10 de septiembre de 2011

Hay veces en que la vida te pide un cambio, una transición, como las estaciones.

  

   Y de repente me hallo recostada en la mecedora, observando caer las gotas de lluvia. Pienso en lo fácil que le resulta a una gota de agua desaparecer de este mundo, en lo corta que es su vida. Tan pronto como se convierte en esa partícula redondeada desprendida de una nube, pasa a ser ciénaga… Contemplo el cielo, quizá en este mismo instante alguien, en la otra punta de la Tierra, esté viendo lo mismo que yo. Quizá alguien esté sintiendo lo mismo que yo, como vuelan los años, la vida, lo minúsculos e insignificantes que podemos llegar a ser.
     Pero tal vez esa persona no entienda que día a día luchamos por cambiar este mundo. Hacemos cosas por las personas, creamos sonrisas, engendramos alegría. Y todo por una ínfima mirada, capaz de darnos la suficiente fuerza como para no rendirnos.
     Aquella mirada que desde hace tanto tiempo me ayuda y que logra que por mi cara no rueden esas inocuas lágrimas. Todas esas que ahora, convertidas en gotas de lluvia, contemplo deslizarse a través del cristal. 
     Miro al cielo, quizá en este mismo instante él esté sintiendo lo mismo que yo.

"El verdadero amor supone siempre la renuncia a la propia comodidad personal." Leon Tolstoi

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